LA FUNDADORA Y DISEÑADORA DE RAPSODIA JOSEFINA HELGUERA LLEGÓ A MONTEVIDEO PARA DAR UNA CHARLA EN EL MARCO DEL SEMINARIO «MAS EMPRENDEDORAS» LLEVADO A CABO POR LA ORGANIZACION DE MUJERES EMPRESARIAS DEL URUGUAY Y ENDEAVOR RAPSODIA ES UNA MARCA QUE BUSCA AYUDAR A LAS MUJERES A SER ELLAS MISMAS

 

En algún momento de 2005, cuando Josefina Helguera viajaba a la India, su cuerpo se apagó, le dejó de responder. Ella pensó: «Esto es imposible». Alguien le dijo: «Creo que tenés un ataque de pánico». Helguera -creadora y diseñadora, junto a su amiga Sol Acuña, de Rapsodia, la marca argentina que nació en 1999- trabajaba demasiado- Y no tuvo más remedio que detenerse. «Muchas veces el cuerpo es inteligente y cuando te desvías del camino, te para. Te dice que hay algo para resolver», explica Helguera sentada en el piso superior de la tienda de Rapsodia en Carrasco. En esa exploración para entender qué le sucedía, concluyó que no era feliz. Y ese razonamiento -tan cliché, tan contundente- fue el que hizo que Helguera se concentrara en descubrir, como le gusta decir, la trama del tejido del alma. Se puso a estudiar healing science, física cuántica, meditación. Y desde allí volvió a conectar con Rapsodia, ese pequeño que vio nacer hace 17 años y que ahora es un gigante con más de 45 tiendas en Argentina y presencia en varios mercados latinoamericanos. Sobre este cambio y con fuerza como emprendedora, Helguera habló con galería minutos después de haber hecho una exposición en el marco del seminario «Más Emprendedoras» llevado a cabo por la Organización de Mujeres Empresarias del Uruguay y Endeavor.

Cuando usted y Sol Acuña crearon Rapsodia tenían el concepto de dreambig. Ahora, 17 años después y con tiendas en Argentina y América Latina, ¿de qué manera siguen soñando en grande?

Lo interesante de Rapsodia es que el crecimiento fue estructurado y cada persona tiene su sueño. Entonces cada vez que alguien se integra a los equipos pone el suyo. Entre todos vamos generando una sinergia. Pero, más allá de eso, sigo soñando desde el mismo lugar que el primer día. Nada cambió. Ahora acabamos de lanzar la línea Home en Buenos Aires y está llena de sorpresas y novedades. El local que teníamos disponible era el de Las Cañitas, que fue nuestra primera tienda hace 17 años. Llegamos ahí con Sol y nos sentíamos de regreso a las raíces. Fuimos al baño y estaban los mismos calcáreos que habíamos puesto a mano, el mismo florero de lata. Sentimos mucha emoción cuando los vimos. Lo que sucede es que la creatividad es un manantial, es infinita. Entonces seguís gestando, proyectando, conectándote con la sensación de la moda, de lo que te pasa cuando te ponés las prendas. Obviamente estamos hablando de una compañía muy grande, con un modelo de retail que la sostiene.

¿Cómo funciona su trabajo diario?

Hay agendas específicas, que están sujetas al calendario anual y al calendario de todas. Después hay un montón de equipos: que producen, viajan, hacen el sourcing, cada uno tiene su tarea. Me gusta la edición de colecciones, el armado de toda la historia y después la edición en producto y en imagen. La edición se hace por temas. Está la colección de China, de India, de denim, la de mercado nacional.

En la charla que dio contó cómo había tenido un click en 2005, cuando sintió que no era feliz. ¿Cómo hizo para seguir adelante con Rapsodia?

Fui educada con un paradigma de éxito bajo el que, si lograbas tener una compañía exitosa y te iba bien económicamente, ibas a ser feliz. Yo llegué a ese punto y no me sentí feliz. Sentía un vacío interior y, además, estaba en un momento en el que trabajaba demasiado. Muchas veces cuando te va bien en tu trabajo el equilibrio es muy difícil. No paraba. En esa crisis hubo una oportunidad. Y fue descubrir mi verdadera vocación, que tiene mucho más que ver con la trama de la fibra del alma. Todo eso conecta con el respeto hacia las personas, la creatividad de cada uno. Para mí es muy importante resonar con la gente y hacer sinergia. Y hacerlo desde los valores humanos que me completan y que me hacen sentir que vale la pena. Dejó de ser: «Hacemos la colección y listo». Trabajamos en red, en una comunidad, con mucha responsabilidad empresarial para llevar adelante. Creo que las generaciones más jóvenes, los millenials, traen este tipo de conceptos en los que es mucho más importante ser que parecer. Yo estudio healing science en Estados Unidos porque me fascina todo lo que tiene que ver con cómo vivimos esta experiencia, en estos cuerpos, en esta vida. La física cuántica lo explica muy bien: transformamos una onda en partículas y materializamos nuestros sueños y deseos. Hay un lugar en donde la energía se transforma en materia y nuestros sueños se hacen realidad. Estamos todo el día creando nuestra vida, no es que todo sucede por azar. Todo eso tiene mucho que ver con el proceso de Rapsodia. Hicimos un estudio de mercado y la devolución fue que Rapsodia es una marca que busca ayudar a las mujeres a ser ellas mismas. Y es verdad. Acá no hay nada establecido. Venís, razonas, te llevas alguna cosa que te haga feliz. Hacés tu propia fusión: en lo material de las prendas y en lo esotérico de las sensaciones.

¿Qué le aportan las nuevas generaciones a su energía?

Me fascina porque Rapsodia es una especie de universidad. La planta industrial queda afuera de San Isidro y las chicas llegan a las 8.30 y se van a las 17.30. Y las ves llegar y tienen un nivel de juventud, alegría y energía que es increíble. Las ves a cada una con su estilo, con sus códigos. Yo aprendo de esos códigos y es fascinante. Las generaciones más jóvenes actúan como maestros, la vida es evolución, es cambio, no te quedás quieto_ Me encanta comprenderlas, decodificarlas.

Cuando crearon Rapsodia Internet casi que no existía.

Anotábamos todo en cuadernitos. Les mandábamos las órdenes a la fábrica de India por fax.

¿Siente que el proceso creativo en aquella época era más libre y menos dictado por lo que sucede afuera?

Cuando arrancamos no lo hicimos sujetos a una moda en particular. Era más un concepto de life sfyle que, probablemente, lo llevamos en la sangre_ Es la manera en que nos gusta vivir. Y, sabes qué, es una nota en la que resuenan muchas personas. Y seguimos trabajando con la misma libertad de siempre. Cada persona que entra tiene libertad absoluta en su creatividad. Nosotros tenemos la compañía bien dividida entre lo hard y lo soft Lo hard tiene más que ver con los números. Obviamente que si haces una compra de afuera, alguien la tiene que poder pagar e importar para que después la parte logística la lleve a la tienda que corresponda. Hay una cadena hard y otra que es soft. Yo estoy dentro de la soft. Y todavía, cada vez que creamos una colección, conservo esa sensación de que me encanta, me da emoción, me desafía. La moda no deja de ser juego, ilusión, encontrarte con lo que te fascina. Nadie va a venir a decirte lo que te queda bien. Hace años que estamos con el tiro alto, a mí me queda pésimo. Cada uno elige según como mejor se sienta. El concepto de ser uno mismo y resonar en tu propia nota siempre fue una prioridad para Rapsodia. Nosotros no imponemos. No decimos: «Esto se usa así».

¿Quése puede encontraren esta colección de verano que esté vinculado con sus vivencias y sus gustos?

Me gusta mucho lo étnico. Como hay mucho blanco este verano, lo étnico se mezcla con ese tono. También se suma el concepto del blanco y el negro que hace que todo sea más elegante. Entonces intento traer de Oriente los estampados que vayan con ese concepto y así surgen prendas para usar en Occidente. En Rapsodia tenemos un espacio que es un museo donde están todas esas prendas que nos trajimos del mundo y a las que recurrimos como si fueran tesoros. Y el proceso creativo es muy divertido y rico. Es gracioso porque Francisco de Narváez, nuestro socio, quiere saber cuál es la fórmula del éxito y la quiere por escrito. Yo le digo siempre que es algo superior, no se puede explicar.

 

FECHA: 01/12/2016

MEDIO: Revista Galeria